Los negacionistas del cambio climático, esos que argumentan con falacias contra las evidencias científicas sobre lo que está sucediendo con el planeta, no tienen mucho para decir cuando en cualquier parte del mundo estamos sintiendo en carne propia esos efectos. Llueve cuando no debería y se ausenta el agua cuando más falta le hace a la producción agrícola. Los huracanes son más violentos y ya no se digan los terremotos. Y las temporadas de calor son extremas.
Adaptarse a las consecuencias del cambio climático ha sido muy difícil en los países pobres como Guatemala porque carecemos de los recursos económicos, la conciencia social y la institucionalidad pública todo lo cual se debe combinar para tener algún efecto positivo.
De esa cuenta, es la protección de los bosques, en un país predominantemente boscoso hace algunos siglos, la principal y quizás única salida para enfrentar esta problemática, pero resulta que ni siquiera esa tarea somos capaces de sacar con un enfoque de sociedad. A la depredación de los saqueadores de maderas preciosas y los incendios forestales ahora debemos lidiar con plagas como las del gorgojo capaces de acabar con hectáreas completas de bosques sin apenas darnos cuenta.
Una vez más, se trata de un problema que atañe a la sociedad en su conjunto, no solo es un asunto del gobierno porque al final de cuentas, del agua, aire puro y resistencia a los fenómenos naturales disfrutamos todos así que nos corresponde a todos el cuidado de lo que nos dan esos beneficios que son los silenciosos, pero vitales árboles.
0 comentarios